miércoles, 4 de marzo de 2009

Gente gigante

Hola gente despues de muuuucho tienpo alguien se digno a escribir algo descente y tuvo que ser Kare jejeje les dejo esta pequeña y muy interesante crónica sobre un poco de eso que sucede en la Cuidad de México, en uno de sus rincones, y que pocas veces percibimos al estar tan ensimismados en nuestras cabecillas dementes y sin mas palabras aqui les dejo esto titulado "Gente GIGANTE":

De la estructura que en su creación planeó ser futurista, ahora sólo quedaba el rescoldo pasaje redondo rodeado de más círculos y salidas que dan paso al Metro, Metrobus, a edificios con grafiti, carros parados en el tráfico, espectaculares de líneas telefónicas y gente en círculos. La geometría sigue en pie en pleno dos mil nueve en la Glorieta de Insurgentes, la gente va y viene casi sobre el mismo camino, entre sombras y vendedores de dulces, personas quemadas por el sol, y el camino que guardará por muchos años.

En una tarde de sol intenso, de esos días casi insoportables al andar de los estudiantes, los rayos de fuego quemaban los rostros aturdidos de los que sólo van de paso por la Glorieta, mientras que los que están sentados ni parece que el sol les queme. Noté que una joven a mi lado hablaba y hablaba en una voz alta, mientras acariciaba sus rizos y le decía a sus amigos “Sí, así es como me gustan los hombres, de buena estatura y algo gigantes, miren como me le acerco y seguro se queda conmigo”, las risas atacaban uno de esos círculos sociales, mientras “darks”, “emos” y demás sentimentalistas como lo es el ser humano charlaban también en su propia conversación.

“Amiga, eres de ambiente”, me preguntó la joven, a lo que yo respondí “no y ustedes”, sus rostros se quedaron atónitos, rieron más y me respondieron “¿qué no se nos nota?” y como si yo encarnara a un extraterrestre o un extranjero completamente ajena a ellos me dijeron cuando estaba a punto de irme: “Pues si no lo eres, nosotros te podemos convertir”.
Salto de risa que me dieron aquella tarde, entre la joven llamada Mariana y otros seis chicos más entre catorce y dieciocho años. Me contaron de su rutina de lunes a viernes, ir a sentarse junto en aquel lugar de sol, de tres a ocho de la noche, “hasta que no case algo o alguien me vea con devoción no me voy” me dijo uno de ellos, coquetear en Insurgentes nos hace pasar el tiempo tan rápido. Los escuché con atención, mientras Mariana me miraba extrañamente a causa de mis quejas por el calor.

“Mira” me dijo la joven, se levantó de su lugar y comenzó a avanzar hasta llegar a un punto medio de la Glorieta, contoneó su cuerpo y lo que no esperaba que sucediera, pero que sucedió, fue que se bajó su playera y enseño un seno masculino perfectamente delineado. Voltee a mi alrededor, la gente caminaba apresurada a su trabajo, estudiantes o pseudoestudiantes con mochila en mano abigarrados se reunían entre sí, grupos de cinco personas o más conversaban y se hacían sentir pertenecer, también hubo quienes estaban solos a la espera de alguien, pero quizá en compañía o en la soledad, todos esperaban algo y no precisamente ver senos a pleno sol, ni ver policías mascando chicles, ni ver a la mujer indigente con dos bebés en brazo sin tener que alimentar, ni boleadores sin zapatos que bolear, ni encuestadores sin encuestados, sólo querían tener a otro o alguien que les dijera, sí aquí estas, yo te veo.

Y cuando creí que nadie había visto lo que yo y los otros muchachos vieron, voltee al otro extremo de la glorieta y dos policías se burlaban de Mariana y se acercaban al encuentro, la perversidad en sus rostros asoleados expresaban una furia y quebrantamiento; ello lo tomo con calma y les dijo, que quieren no son de ambiente así que ni se me acerquen. Policías que rompían círculos corrompiendo con su labor, pero el círculo fluyó.
Mariana me cerró un ojo y me insinuó que me acercara a ella, yo me despedí de sus amigos y a ella le hice una seña de adiós, compré una agua en una heladería con olores a coco y a vainilla, un helado de una bola de catorce pesos (¡catorce pesos por una bola, que robo, pensé) pagué y la música de fondo siguió tocando algo relacionado con un negrito de la salsa.

Pase al lado de “El sereno” estatua que se encuentra justo en medio de la glorieta, emblema que en 1792 fue inaugurada en pro de la seguridad pública, tome un poco de agua fresca y algunas gotas avanzaron poco a poco, para calmar la inseguridad.
Todo giró y confluyó en un mismo lugar, nos llevo al círculo en la Glorieta de Insurgentes.